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un estudio sobre adán coprovich

la búsqueda de la fecalidad

la búsqueda de la fecalidad

Allí donde huele a mierda

huele a ser.

El hombre muy bien habría podido no cagar,

no abrir el bolsillo anal,

pero eligió cagar

como habría escogido vivir

en lugar de consentir vivir muerto.

 

Pues para no hacer caca

habría tenido que consentir

no ser,

pero no pudo decidirse a perder el ser,

es decir, a morir viviendo.

 

Hay en el ser

algo particularmente tentador para el hombre,

y ese algo es precisamente LA CACA.

(Aquí rugidos.)

 

Para existir basta con dejarse ir a ser,

pero para vivir

hay que ser alguien,

para ser alguien

hay que tener un HUESO,

no tener miedo a mostrar el hueso,

y perder la carne al pasar.

 

El hombre siempre ha preferido la carne

a la tierra de los huesos.

No había más que tierra y bosques de huesos,

y tuvo que ganarse su carne,

no había más que hierro y fuego

y no mierda,

y el hombre tuvo miedo a perder la mierda

o más bien deseó la mierda

y, para eso, sacrificó la sangre.

 

Para tener la mieda,

es decir la carne,

allí donde no había más que sangre

y chatarra de osamentas

y donde no tenía que ganar ser

pero donde no tenía que perder más que la vida.

 

o reche modo

to edire

di za

tau dari

do padera coco

 

El hombre se retiró y huyó.

 

Entonces lo devoraron los animales.

 

No fue una violación,

él se prestó a la obscena comida.

 

Le encontró gusto,

aprendió por sí mismo

a hacer el bestia

y a comer rata

delicadamente.

 

¿Y de dónde viene esa abyección de suciedad?

 

¿De que el mundo sigue sin estar constituido,

o de que el hombre sólo tiene una pequeña idea del mundo

y quiere conservarla eternamente?

 

Viene de que el hombre,

un buen día,

detuvo

           la idea del mundo.

 

Dos rutas se ofrecían a él:

la del infinito fuera,

lo de lo ínfimo dentro.

 

Escogió lo ínfimo dentro.

Allí donde basta con exprimir

la rata,

la lengua,

el ano

o el glande.

 

Y dios, dios mismo aceleró el movimiento.

 

¿Dios es un ser?

Si lo es, es la mierda.

Si no lo es,

no es.

Y no es,

pero como el vacío que avanza con todas sus formas

cuya representación más perfecta

es la marca de un incalculable grupo de ladillas.

 

"Está usted loco, señor Artaud, ¿y la misa?"

 

Reniego del bautismo y de la misa.

No hay acto humano

que, en el plano erótico interno,

sea más pernicioso que el descenso

del sedicente Jesucristo

a los altares.

 

No me creerán

y desde aquí veo al público encogiéndose de hombros

pero el tal cristo no es más que

quien frente a la ladilla dios

ha consentido vivir sin cuerpo,

mientras un ejército de hombres

descendido de una cruz,

en la que dios creía haberlo clavado hace mucho tiempo

se ha rebelado,

y, cubierto de hierro,

de sangre,

de fuego, y de osamentas,

avanza, denostando a lo Invisible

para acabar ahí con EL JUICIO DE DIOS. (1)

 

(1) Extracto del poema radiofónico de Antonin Artaud Pour en finir avec le jugement de dieu, "Para acabar con el juicio de Dios", de 45 minutos de duración, grabado entre el 22 y el 29 de noviembre de 1947 (2), con realización de René Guinard. Este extracto lleva efectos sonoros de Artaud y Roger Blin.

(2) Fue suspendida su emisión por Radiodiffusion Française, hasta que France Culture lo emite el 6 de marzo de 1973. Un homenaje actual fue la radioperformace Cómo hacerse un cuerpo sin órganos (Aquí rugidos), como se puede curiosear a través de una entrevista o de su facebook.

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